martes, 23 de noviembre de 2010

Te doy mi vida



Ryszard Kapuscinski no se imaginó nunca, durante su vida, que su biografía marcaría un lugar muy importante en el corazón de los polacos. Meses después de su publicación, todavía se exhibe en los escaparates de las librerías de Varsovia. El libro se ha convertido en un récord y no solo de ventas. Es difícil dar con gente en la capital polaca que no sepa quién fue Kapuscinski. Muchos no ven con buenos ojos su activa militancia en la Polonia Popular dejando de lado si nos contó toda la verdad en sus libros y reportajes. El tercer punto de discordia lo ha puesto Alicja, pediatra y viuda del periodista, que no parece nada contenta con que se haya aireado el pasado mujeriego de su esposo. De hecho ya prepara una tercera demanda -perdió las dos anteriores- contra Artur Domoslawski, autor del libro, que ha debutado con esta biografía en el género y se confiesa harto: "Una y no más".

Al margen de los datos puramente biográficos, Kapuscinski non fiction desvela cómo se vivía en su país en los años de la Polonia Popular donde todo pertenecía al Estado y cómo un grupo de sindicalistas, apoyados por el papa Juan Pablo II, fueron capaces de tumbar al régimen. Para explicar lo ocurrido en esos años los polacos suelen contar en tono irónico que dentro del campo de concentración que fue el comunismo, ellos ocupaban el barracón más divertido porque dentro de su país existía cierta libertad de expresión cultural. Sin ella no hubieran sido posibles personajes como Szymborska, Wajda, Kieslowski y el propio Kapuscinski.

Educado en la cultura bolchevique, Kapuscinski no estaba acostumbrado a la crítica: "¡Pero qué desgraciado! ¿Cómo se puede escribir eso?", argumentaba ante las acusaciones, aunque jamás contestó a ninguna opinión contraria a su trabajo. Claro que en Polonia casi todos le adoraban y solo al final de su vida surgieron las primeras voces discordantes.

En el ambiente político de revanchismo que se vivió en la década de los noventa, donde cualquier cargo público era investigado para descubrir su pasado comunista por el recién creado Instituto de Memoria Nacional donde se guardaban los documentos de la policía secreta, Kapuscinski vivió con verdadero enojo que se revisara su pasado. "¿Qué tipo de verdad es esa?", protesta su biógrafo. "Polonia era una dictadura y la mayor parte de la gente participaba en el sistema, pero él nunca ocultó sus ideas ni cuando estaba a favor ni cuando se puso en contra".

Sobre su colaboración con el espionaje de su país, Kapuscinski en ocasiones pasaba, por el mismo procedimiento por el que enviaba las crónicas, informes sobre países como Kenia, Chile, Etiopía o Angola que leían un círculo limitado y la cúpula del partido. Al pasarlos, simplemente advertía de que no eran para publicarse y, al menos un par de veces, esos textos se publicaron por error ocasionándole no pocos problemas.

De la realidad, al libro

Fue Alicja Kapuscinska, la viuda del periodista, que falleció en 2007, quien facilitó el acceso a Artur Domasławski a los archivos de su marido. Sin embargo, el 24 de febrero, la mujer perdió la demanda interpuesta contra el autor de Kapuscinski Non-Fiction (2010). Sin embargo, ella afirmó, posteriormente, que no estaba enterada de las intenciones de Arthur y justificó que cedió aquella información pensando que era un libro para conmemorar sus obras.

“Kapuscinski non fiction” se ha convertido en un best seller en Polonia. Mientras sus compatriotas contemplan con asombro el pasado comunista y la colaboración con el espionaje polaco del autor de Ébano, fuera de su país la atención se centra en debatir por dónde pasa la línea que separa la ficción de la realidad. Ya sea por su polémica vida, o por su desempeño en las artes escritas, Kapuscinski será siempre recordado como un ícono de la literatura plasmada en el periodismo.

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