Armando Robles Godoy jamás se imaginó ser víctima de una casi perfecta escena de cine, sólo que en este caso, el acontecimiento fue una terrible realidad. El accidente no solo le quitó la vida a una gran persona y profesional sino que, también, le arrebató un gran talento a la cinematografía peruana.
El trabajo propiamente cinematográfico de Robles Godoy lo integran seis largometrajes, y más de una veintena de cortos. Fue a mediados de los años ’60 con “Ganarás el pan”, que la obra más conocida del controvertido director se inicia, para paulatinamente abrir una franja poco explorada hasta ese momento en la cinematografía peruana.
Con las películas de Robles Godoy se abre el primer intento claro de un cine que bien puede ser considerado como de vanguardia, con respecto a los grandes movimientos nacionales que se sucedían en diversas partes del mundo en ese entonces. Muchos años después, se puede ver con algo más claridad lo que rodeó a esas obras, de carácter enigmático y barroco. A veces afortunadas, otras no.
Sin embargo, los peruanos siempre se preguntaban por qué un talento peruano, como lo era Robles Godoy, se había demorado tanto en hacer una película. En una de sus entrevistas, el cineasta respondió dicha duda:
“Por dos razones, la primera es que aquí no hay tradición cinematográfica. Hay talentos, lo sé porque he sido profesor de cine durante muchos años, pero se malogran por la terrible dificultad que significa hacer cine. Y la otra dificultad es que la misma realización cinematográfica del cineasta es muy episódica y eventual, y si no tienes una continuidad creativa no te perfeccionas. La continuidad es esencial. Haces una película y ni bien la terminas ya sabes cómo no va a ser la otra (risas). Es muy difícil. Mi lógica llega a tal extremo que si alguien viene ahora y me dice te doy medio millón de dólares, como me ocurrió con Espejismo, lo pensaría dos veces. Hacer una película te consume el poco tiempo de vida que te queda.”
Damos un sucinto repaso por ellas, con excepción de su ópera prima, difícil de encontrar actualmente:
En la selva no hay estrellas (1967): Es la película más cercana a la estructura clásica que llegó a realizar el cineasta. Pero dentro de esa historia sobre el recorrido tanto mental como físico que realiza un hombre (interpretado por el argentino Ignacio Quiroz) y su botín deseado por un rincón perdido de la selva peruana.
“Espejismo” (1972): es la película más lograda del director en términos técnicos. Hecha, como el mismo lo dijo alguna vez, a todo lujo. Acá se introduce de forma más radical en una estructura rupturista, localizada en un pueblo iqueño del que solo quedan algunos vestigios de lo que fue una gran plantación de uvas propiedad de una familia de terratenientes, cuya realidad e historia es descubierta poco a poco por un pequeño abandonado entre esas ruinas (aunque el tema de la reforma agraria nunca es tocado como tal).
“Sonata soledad” (1987): Acá Robles radicaliza mucho más sus procedimientos e intereses expresivos, aunque casi siempre rozando la extravagancia y la nulidad. Robles Godoy muestra, en la película, los fantasmas de su vida y trayectoria, tanto en la niñez, como en sus relaciones afectivas, o en sus trances con el cine. Lo más rescatable debe ser Tempo, la primera de sus “suites”. En ella el mismo director aparece para encarar entre malcriado y resignado, su educación religiosa, de la cual obviamente reniega. Imágenes de confesionarios, castradores de sotana ya muertos, pero enterrados en ruinas, en medio de las cuales lo único que exhala vida es una fuente vertiendo agua. Metáforas visuales sobre el sexo y la armonía perdida, pero tratados con autoindulgencia.
Imposible amor (2003): El último “opus” del veterano cineasta, fue terminado en el 2000, pero su estreno se postergó tres años, para solo ser de forma restringida en el Festival de Lima. Y valgan verdades, para ser una película que se pretende testamentaria (donde Robles Godoy suma todos sus puntos de vista y obsesiones de toda la vida), es realmente infame.
Pero como casi todo en la obra de Robles Godoy, si algo pervive es el carácter controvertido, imprevisible, ese que de alguna forma generó una escuela, una que todavía está por descubrirse en todas sus facetas.
El trabajo propiamente cinematográfico de Robles Godoy lo integran seis largometrajes, y más de una veintena de cortos. Fue a mediados de los años ’60 con “Ganarás el pan”, que la obra más conocida del controvertido director se inicia, para paulatinamente abrir una franja poco explorada hasta ese momento en la cinematografía peruana.
Con las películas de Robles Godoy se abre el primer intento claro de un cine que bien puede ser considerado como de vanguardia, con respecto a los grandes movimientos nacionales que se sucedían en diversas partes del mundo en ese entonces. Muchos años después, se puede ver con algo más claridad lo que rodeó a esas obras, de carácter enigmático y barroco. A veces afortunadas, otras no.
Sin embargo, los peruanos siempre se preguntaban por qué un talento peruano, como lo era Robles Godoy, se había demorado tanto en hacer una película. En una de sus entrevistas, el cineasta respondió dicha duda:
“Por dos razones, la primera es que aquí no hay tradición cinematográfica. Hay talentos, lo sé porque he sido profesor de cine durante muchos años, pero se malogran por la terrible dificultad que significa hacer cine. Y la otra dificultad es que la misma realización cinematográfica del cineasta es muy episódica y eventual, y si no tienes una continuidad creativa no te perfeccionas. La continuidad es esencial. Haces una película y ni bien la terminas ya sabes cómo no va a ser la otra (risas). Es muy difícil. Mi lógica llega a tal extremo que si alguien viene ahora y me dice te doy medio millón de dólares, como me ocurrió con Espejismo, lo pensaría dos veces. Hacer una película te consume el poco tiempo de vida que te queda.”
Damos un sucinto repaso por ellas, con excepción de su ópera prima, difícil de encontrar actualmente:
En la selva no hay estrellas (1967): Es la película más cercana a la estructura clásica que llegó a realizar el cineasta. Pero dentro de esa historia sobre el recorrido tanto mental como físico que realiza un hombre (interpretado por el argentino Ignacio Quiroz) y su botín deseado por un rincón perdido de la selva peruana.
“Espejismo” (1972): es la película más lograda del director en términos técnicos. Hecha, como el mismo lo dijo alguna vez, a todo lujo. Acá se introduce de forma más radical en una estructura rupturista, localizada en un pueblo iqueño del que solo quedan algunos vestigios de lo que fue una gran plantación de uvas propiedad de una familia de terratenientes, cuya realidad e historia es descubierta poco a poco por un pequeño abandonado entre esas ruinas (aunque el tema de la reforma agraria nunca es tocado como tal).
“Sonata soledad” (1987): Acá Robles radicaliza mucho más sus procedimientos e intereses expresivos, aunque casi siempre rozando la extravagancia y la nulidad. Robles Godoy muestra, en la película, los fantasmas de su vida y trayectoria, tanto en la niñez, como en sus relaciones afectivas, o en sus trances con el cine. Lo más rescatable debe ser Tempo, la primera de sus “suites”. En ella el mismo director aparece para encarar entre malcriado y resignado, su educación religiosa, de la cual obviamente reniega. Imágenes de confesionarios, castradores de sotana ya muertos, pero enterrados en ruinas, en medio de las cuales lo único que exhala vida es una fuente vertiendo agua. Metáforas visuales sobre el sexo y la armonía perdida, pero tratados con autoindulgencia.
Imposible amor (2003): El último “opus” del veterano cineasta, fue terminado en el 2000, pero su estreno se postergó tres años, para solo ser de forma restringida en el Festival de Lima. Y valgan verdades, para ser una película que se pretende testamentaria (donde Robles Godoy suma todos sus puntos de vista y obsesiones de toda la vida), es realmente infame.
Pero como casi todo en la obra de Robles Godoy, si algo pervive es el carácter controvertido, imprevisible, ese que de alguna forma generó una escuela, una que todavía está por descubrirse en todas sus facetas.
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