Una gran torre
Al rededor de las 5 de la tarde, de un día atípico de invierno en Lima, llegué a mi habitación. Después de muchos cielos grises, finalmente había salido el sol. Este alumbraba al anuncio de Telefónica que veía a través de mi ventana día a día. El reflejo brillante del astro me hizo sentir por un momento que era feliz.
Me puse a mirar por el otro lado de la ventana y me llevé con la gran sorpresa de que la fachada del Hotel Westin Libertador lucía perfecta. La torre esbelta parecía una modelo en una pasarela. Con 37 pisos, la vista debía ser espectacular. Sin embargo, no me podía quejar de la vista que yo tenía desde mi habiración, aunque a veces me hacía sentir como un espía,
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